Martín Martínez galardonado con el premio a la mejor torrija de Madrid

El joven argandeño recibió el jueves 29 de marzo el premio del concurso «Las mejores torrijas de restauración de Madrid».

Martín Martínez recibió el pasado jueves 29 de marzo el premio a la mejor torrija de Madrid. El concurso «Las mejores torrijas de restauración de Madrid» está organizado por la Asociación de Cocineros y Reposteros de Madrid. Este premio se suma a los otros muchos logros del joven cocinero.

El propietario del local de comidas «Villaroy’s», ubicado en Cuatro Caminos, ha sabido rescatar la tradición de la cocina artesanal y convertirla en un éxito entre su clientela. Martín Martínez nació en Arganda del Rey en 1992 y su pasión por la cocina viene desde niño al ver a su padre, profesional de la hostelería, y a su madre como una magnífica cocinera.

Su formación comenzó en la Escuela de Hostelería y Turismo de Girona. Trabajó bajo el mando de los hermanos Roca en el restaurante «El Celler de Can Roca» y en su masía de eventos «Mas Marroch». También estuvo cerca de Paco Morales en el «Restaurante Paco Morales» y en «Casa José» con Fernando y Armando, los hermanos Del Cerro. Gracias a la oportunidad laboral que le brindó Mario Vallés, su profesionalidad se fraguó en el «Restaurante Hortensio» y ejerció como jefe de cocina en el «Restaurante Narciso».

Como propietario de «Villaroy’s», su cocina se basa en las recetas artesanales de su abuela incorporando su toque personal. Solo en 2022 ha vendido más de 4.000 torrijas y ha conseguido cambiar la percepción de este postre, ya no se consume solo en Semana Santa, sino durante todo el año.

Martín Martínez explica que su torrija se elabora con pan suizo, elaborado con mantequilla que le aporta esa textura tierna y esponjosa. Este pan se baña en una infusión a base de leche fresca entera y nata, junto con aromáticos como canela, naranja, limón y azúcar. Los bollos se sumergen y se dejan toda una noche en remojo con la infusión en caliente para que se empapen de la mezcla. Por último, se pasan por huevo batido y se fríen en aceite de girasol. Una vez fritos, se pasan por azúcar y canela para dejarlos reposar.