Por Raúl Alelú-Paz
Cualquier persona que tenga como responsabilidad en su trabajo (e incluso fuera de su trabajo, en su vida personal) la gestión de una situación más o menos compleja, ha de tener un plan. Sin un plan, sin un conjunto de medidas protocolizadas que te permita afrontar los problemas, muchas veces imprevisibles, las probabilidades de éxito son muy limitadas. Sin un plan, desarrollaremos patrones de conducta reactiva, en otras palabras, reaccionaremos a lo que nos va ocurriendo sin tener el control de la situación, o al menos sin tener la sensación de control de la situación. Si se paran a pensarlo durante un minuto, se darán cuenta de que tienen un buen ejemplo en la conducta -muchas veces errática- de l@s niñ@s pequeñ@s; al tener un sistema cognitivo, una mente, que está en pleno proceso de desarrollo, nos encontraremos con que tienen verdaderas dificultades para controlar sus emociones, sus pensamientos, poner orden en el caos, o incluso asumir ciertas responsabilidades que les permita crecer como individuos.
Otro buen ejemplo es lo que está ocurriendo en los últimos días con la gestión de la denominada segunda ola; en Madrid, por poner un ejemplo que nos afecta directamente a tod@s, nos encontramos con dirigentes políticos incapaces de adoptar medidas, de prever acontecimientos, de asumir responsabilidades, e incluso me atrevería a decir que incapaces de escuchar al otro, al que no piensa igual. Al que te obliga a reflexionar.
No sé ustedes, pero esta situación me retrotrae a aquel “el perro se ha comido los deberes y por eso no he terminado la tarea”. Era una excusa muy utilizada en las aulas para evitar asumir responsabilidades, para aprender de los errores y para comenzar en el siempre complicado camino del compromiso. El problema lo tenemos cuando los que empleaban esa excusa hace 30 años, son los que nos gobiernan ahora; no se sorprendan si un día aparece algún responsable político y nos dice que no ha podido desarrollar las medidas para frenar la pandemia porque su perro se ha comido los folios donde las tenía apuntadas. Al tiempo.
Pero olvidémonos de por qué solemos elegir a los mediocres para gobernarnos (para un análisis profundo, les recomiendo la maravillosa lectura del filósofo Alain Deneault,
‘Mediocracia: cuando los mediocres llegan al poder’, de la editorial Turner Publicaciones S.L) y centrémonos en la tercera ola. Y digo tercera porque parece que estamos en mitad de la segunda, aunque quizá deberíamos valorar si alguna vez salimos realmente de aquella primera de marzo. ¿No creen que deberíamos tener preparado un plan estratégico, un plan de actuación, que nos permitiese afrontar con éxito las situaciones que nos vamos a ir encontrando? Tengo serias dudas de que los responsables políticos hayan, siquiera, caído en ello. Me temo que están inmersos en una batalla dialéctica de la que es ajena el común de los ciudadanos.
Pero el asunto es de tal importancia que, de no hacerlo, nos puede conducir a una situación
crónica de difícil solución, tanto sanitaria como económica. Y en este análisis debemos incluir a los ayuntamientos, por representar la primera línea de batalla contra el virus y ser la primera administración a la que miran l@s ciudadan@s.
No me gusta hablar en términos absolutos, y por eso no quiero dar por válida la afirmación de que ninguna corporación municipal ha preparado un plan estratégico para afrontar una nueva crisis sanitaria provocada por el SARS-CoV-2. Seguramente muchos lo tengan desarrollado. Pero, por si acaso, y solo por si acaso, vamos a ir dando algunas ideas que quizá puedan ayudar a pasar la próxima ola de una forma menos traumática.
En primer lugar deberíamos centrarnos en el comercio y, más específicamente, en el pequeño comercio. Es probable que nuestras administraciones tengan preparados programas específicos, pero sería interesante fomentar la digitalización de nuestros comercios, ofreciendo el desarrollo de páginas web con plataforma de pago online que permitiesen presentar (y vender) lo que hacemos en los comercios de nuestro municipio al resto del mundo; en otras palabras, invertir en formar a nuestros comerciantes para que, llegado el caso, puedan subsistir durante 60 o 90 días a través del comercio online.
Generar una bolsa de empleo de gente joven, estudiantes, que pudieran actuar como profesores de apoyo, o cuidadores (y así aprovechamos para infundir valores, para poner de nuevo el cuidado de los más vulnerables en nuestras apretadas e importantísimas agendas) o incluso como parte de ese pequeño Amazon que generaríamos al digitalizar nuestros comercios. No podemos salir de esta pandemia destruyendo empleo, destruyendo el pequeño comercio. Protegerlo debe formar parte de una estrategia que trate de dar respuesta a la arista económica del SARS-CoV-2.
Sigamos. Podemos formar a los funcionarios y personal laboral del ayuntamiento que no sea considerado como esencial para que realicen el trabajo de rastreo, tan importante y necesario para el control de los nuevos brotes. Tener un equipo de 50-100 o 200 personas formadas (hemos tenido 3 meses) nos facilitaría la identificación de nuevos casos y la adopción de medidas específicas en función de las características de cada uno de ellos. Con esto daríamos una imagen dinámica del funcionariado (tantas veces denostado) y haríamos que muchas personas se sintiesen útiles ayudando a los que más lo necesitan. La inacción no es una solución válida o rentable en estos casos.
Podríamos, desde las corporaciones municipales, fomentar la ayuda psicológica a l@s ciudadan@s, mediante la firma de convenios de colaboración con entidades privadas que
desarrollen su trabajo en el municipio. Una de las claves de la pandemia ha sido la gestión del miedo, del pánico que ha generado el SARS-CoV-2, o el dolor de no ver morir a un ser querido, por muy paradójico que parezca. Ofrecer un servicio de estas características seguramente aliviaría, en la medida de lo posible, el sufrimiento que genera estas terribles situaciones.
Podríamos fomentar la participación ciudadana en términos de Ciencia, explicando de forma regular los aspectos más relevantes de la pandemia, contando para ello con los recursos
municipales y con aquellos vecinos que, seguramente, estén trabajando de una u otra forma en el campo de la asistencia, investigación, etc. Podríamos convocar foros online, encuentros con especialistas (para evitar las malintencionadas fake news), segmentar los problemas a tratar en función de las características de la población, de las zonas en las que viven, explicar a los más pequeños desde la Ciencia qué es lo que está ocurriendo, para evitar que crezcan con mentiras o con miedos, etc. En resumen, proporcionar información válida y fiable a l@s ciudadan@s.
Podríamos sacar la atención médica y social a la calle, con visitas a domicilio. Si nos cierran los centros, sacamos al personal sanitario. Podríamos hacerlo desde la Concejalía de Salud, como un proyecto de prevención (y así evitar las temidas competencias). Podemos utilizar para ello las policías locales, para generar un censo de personas afectadas. Podemos llevar a los trabajadores sociales a las casas, a que valoren las necesidades de cada familia.
Podemos (y debemos) cuidar a nuestros mayores, realizando controles de aguas residuales en residencias o centros de día para cuantificar la cantidad de ARN del SARS-CoV-2 para así anticiparnos a la presencia de nuevos brotes. O desarrollar programas de estimulación cognitiva dirigidos a esa misma población, porque el confinamiento les ha afectado más de lo que seguramente pensamos en un principio. En definitiva, podemos individualizar la pandemia para así adoptar medidas más efectivas y eficaces y ofrecer un servicio cercano a nuestr@s ciudadan@s.
Podemos hacer muchas otras cosas. Desconozco si éstas que he apuntado tendrían un calado significativo, pero lo que es evidente es que hay que hacer algo. Y todo pasa, todo comienza, por tener un plan estratégico que nos permita no caer derrotados ante la tercera ola. Es responsabilidad de nuestras administraciones llevarlo a cabo y no centrarse ante quién han de presentarse para denunciar que, su perro, se ha comido sus deberes.
Gracias y ojalá alguien que tenga el poder suficiente para poder hacerlo por ejemplo en el ayuntamiento de aquí de arganda lo hiciera en la tercera ola que llegara en breve