La administración autonómica asegura que el proyecto «ha conseguido que se pudieran procesar para fabricar tanto hidrocarburos como productos químicos». Los investigadores «convertirían en ventaja el problema de la gestión de desechos al reducir la dependencia externa del petróleo».
El Instituto de Estudios Avanzados de la Comunidad de Madrid IMDEA Energía estudia una nueva estrategia que favorezca la transformación de residuos plásticos en combustibles sostenibles. Así lo asegura el Gobierno regional, que en una nota de prensa explica que «Los equipos eléctricos y electrónicos más habituales en la vida cotidiana actual tienen corta caducidad, lo que ha generado una nueva dificultad en torno a la gestión de desechos».
Por ello, la Unidad de Procesos Termoquímicos del IMDEA Energía, junto con investigadores de la Universidad de Calabria (Italia), ha estudiado la conversión a hidrocarburos de plásticos procedentes de cables del sector electrónico, compuestos por polietileno y PVC (policloruro de vinilo). Respecto a este último material, las muestras que lo contienen son especialmente inconvenientes por su alta tasa de cloro, por lo que debe ser eliminado prácticamente en su totalidad para su introducción en las refinerías.
Este proyecto se ha basado en uno de los tipos de reciclaje termoquímico, la pirólisis, que se caracteriza por la descomposición térmica en ausencia de oxígeno a un rango de 400-600ºC. El proceso se ha ejecutado, según la nota, en dos etapas, una primera a baja temperatura para liberar la mayor parte del cloro y una segunda más enérgica, para convertir el material restante en un combustible líquido.
Los «exitosos resultados del IMDEA de la Comunidad de Madrid demuestran que esta combinación es una estrategia eficiente para la producción de una fracción significativa de petróleo con un elevado contenido en aromáticos, es decir, compuestos apreciados en la industria petroquímica, así como un alto índice de octano», afirma la Comunidad. Asimismo, revela que «se ha conseguido que el contenido de cloro sea lo suficientemente bajo como para ser procesado en unidades de refinería». De este modo, los hidrocarburos líquidos generados «podrían utilizarse tanto para fabricar combustibles de transporte como productos químicos».
Además, añade la nota, «el inconveniente de la gestión de los residuos se convertiría en una ventaja al reducir notablemente la dependencia externa del petróleo a la par que las emisiones de CO2 asociadas».
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