El Ayuntamiento aprueba por unanimidad retomar las negociaciones para comprar la Casa del Obispo

Fachada de la Casa del Obispo en su estado de conservación el día del Pleno (Foto ARGANDA ACTUAL)

Se trata de un inmueble que perteneció a Sancho Granado Sanz, nacido en Arganda y que llegó a ser obispo de Salamanca. El inmueble, en mal estado de conservación, podría tener un precio de adquisición en torno a los 350.000 euros, aunque las obras de rehabilitación tendrían probablemente «un alto coste» adicional. El inmueble sería restaurado y destinado a fines culturales, albergando una exposición relacionada con la figura del obispo.

El Pleno de Arganda del Rey ha aprobado esta mañana por unanimidad retomar las negociaciones con los propietarios de la conocida como Casa del Obispo, en la calle San Juan 28, de cara a la adquisición de la misma por parte del Ayuntamiento. Se trata de un edificio de dos plantas que cuya construcción original se realizó entre 1740 y 1741 y que perteneció a Sancho Granado Sanz, nacido en 1681 en Arganda y que llegó a ser obispo de Salamanca. El edificio, cuyo coste de adquisición podría rondar los 350.000 euros según fuentes de ARGANDA ACTUAL, está, según las mismas, en deficiente estado de conservación, lo que a la cantidad mencionada habría que añadir el «alto coste» de la rehabilitación.

El balón heráldico de la familia Granado Sanz puede verse sobre el balcón central de la primera planta (Foto ARGANDA ACTUAL)

El acuerdo se corresponde con una moción presentada por el Partido Popular, cuya portavoz en este punto, Lucía Santana, ha recalcado el valor cultural e histórico de la figura del eclesiástico. Santana ha admitido una enmienda del PSOE a su moción, con la que los socialistas planteaban especificar la necesidad de asegurar el dominio de la propiedad para el Ayuntamiento. Tanto la proponente como el resto de grupos han coincidido en que la adquisición supondría reforzar los «elementos identitarios» de Arganda, algo que han coincidido en valorar como positivo y necesario. El Pleno argandeño ya reclamó en abril de 1996 la calificación de Bien de Interés Cultural para este edificio, algo que la enmienda socialista también plantea ahora.

Un obispo docto, caritativo y adinerado

Sancho Granado fue hijo de un matrimonio de labriegos de fortuna mediana que destinó a su hijo al servicio eclesiástico. Estudiante en la Universidad de Alcalá de Henares, realizó en ella estudios de Gramática y Arte, doctorándose en Teología. Obtuvo una canonjía de la Iglesia Magistral de esa ciudad, una prebenda que le incluía en el Cabildo de la iglesia con sueldo fijo. Pocos años más tarde obtuvo las cátedras de Filosofía Moral y de Víspera de Teología (una de las variantes de las cátedras de teología de la época). En 1725 fue elegido abad de la Colegiata de Santander, donde residió hasta 1729, cuando fue nombrado obispo de la diócesis de Salamanca, cargo del que tomó posesión en 1730.

Diversos documentos acreditan que, especialmente a raíz de la obtención de la canonjía de la Magistral de Alcalá de Henares, Sancho Granado comenzó a ser una persona «adinerada». Tanto que sus ingresos, incrementados posteriormente con los otros cargos eclesiásticos conseguidos, le valieron para la adquisición de «tierras y viñedos en Arganda». En cuanto a inmuebles, la casa ubicada en la calle San Juan, 23 fue la quinta que el obispo adquirió en el municipio.

Por otra parte, Sancho Granado realizó varias actuaciones que supusieron un incremento del valor artístico de la nueva catedral de Salamanca, en construcción cuando fue designado obispo de aquella diócesis. Entre otras, el encargo al arquitecto Alberto de Churriguera de la realización del retablo de la catedral. Granado encargó también un órgano para la misma, que se afirma que fue pagado de su bolsillo.

Los historiadores reflejan también la faceta caritativa del obispo, de quien se dice que repartió, mientras estuvo en Salamanca, «tres millones de reales en limosnas, sin contar con las que distribuyó a diario en la puerta de su palacio». Pero quizás sus obras de beneficencia más relevantes  las llevó a cabo en su municipio natal, Arganda del Rey, donde instituyó una «memoría pía» (lo que ahora llamaríamos una beca) para sufragar los gastos de los estudios de gramática de estudiantes argandeños. También construyó con sus fondos un pósito (depósito) de trigo «para las épocas de carestía» y encargó y pagó con su dinero la capilla de San José en la iglesia de Arganda, obra que no llegó a ver finalizada.

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